Pinta mal la relación México-UE

En pocos meses, tanto en Palacio Franquista como en la Casa Blanca habrá dos presidentes nuevos. Frente a la nuevo ocaso de Biden en valimiento de Kamala Harris, coetáneo vicepresidenta, para que sea ella la candidata demócrata en las próximas elecciones presidenciales, existe la posibilidad que por primera vez en la historia dos mujeres gobiernen en nuestro país y en EU.

No obstante, tal posibilidad parece difícil de cristalizarse, con almohadilla en las encuestas sobre intención de voto, lo más probable es que sea Donald Trump quien gane la opción y regrese a la Casa Blanca.

TE PUEDE INTERESAR: Biden y los demócratas: el retiro histórico que cambia el diversión en la contienda por la presidencia en EU

¿Qué podríamos esperar de la relación México-Estados Unidos durante la próxima delegación? Al momento parece que gane quien gane, el tablado es infeliz.

Más allá de quién llegue a la Casa Blanca, la revisión del tratado de exento comercio entre Canadá, Estados Unidos y México (T-MEC) pondrán en la mesa temas como el comercio regional, las reglas de origen de los productos, los aranceles y los mecanismos que garantizan un sólido Estado de derecho.

Aunado a ello, la migración indocumentada y el narcotráfico −particularmente el de fentanilo− serán tema prioritario de la dietario binacional. De nuestro flanco, el tráfico de armas y efectivo que fluye de boreal a sur serán parte de las demandas que el gobierno de Claudia Sheinbaum haga al de Estados Unidos para corresponsabilizarlos de la crisis de seguridad de México.

¿Cómo sería la relación entre ambas naciones si Harris resulta electa como presidenta? Probablemente tensa. Es probable que Harris insista en las cláusulas democráticas establecidas en el T-MEC, mismas que establecen la obligación de contrapesos y mecanismos que garanticen el Estado de derecho.

Indudablemente insistiría en la falta de mecanismos de cooperación para resolver la migración y exigiría del gobierno mexicano una política pública efectiva para combatir a la delincuencia organizada.

Pese a ello, es poco probable que tome acciones sobre el contrabando de armas y el flujo de efectivo cerca de nuestro país.

En otras palabras, es muy probable que Harris se pronunciase en valimiento de la independencia del Poder Sumarial, la subsistencia de órganos autónomos que vigilen la transparenciala rendición de cuentas, la competitividad y un firme electoral parejo −todo aquello que el denominado Plan C de López quiere destruir− sin darle mucho apoyo al gobierno mexicano.

Siquiera se debe descartar una relación fría y distante como la que hoy existe entre los gobiernos de López y Biden derivada de una serie de tropiezos del coetáneo presidente de México que han terminado por prohibir la cooperación entre ambas naciones.

Mientras que de cumplirse el tablado más probable, ¿cómo sería la relación entre los gobiernos de Sheinbaum y Trump? Probablemente aún más complicada.

El aún expresidente ha hecho evidente su misoginia −puntada recapacitar algunas anécdotas del trato que tuvo con la excanciller alemana Angela Merkel o la exprimera ministra británica Teresa May− y racismo, y que en México gobierne una mujer, podría parecerle el tablado valentísimo para someter a su principal socio comercial.

Durante su presidencia, la relación entre ambas naciones fue complicada de dirigir para nuestro gobierno. Trump supo doblegar la voluntad de las administraciones de Peña y López una y otra vez. Aprovechó toda ocasión para públicamente desvalorizar a nuestras autoridades y alardear sobre cómo logró someterlas.

Pese a las reiteradas muestras de pasión de López cerca de Trump, es evidente el desprecio del aún candidato y expresidente republicano por nuestro mandatario y su delegación. Por ende, a nuestra presidenta le tocaría negociar con un presidente que se honra de someter a sus contrapartes y que hace evidente su racismo y su poco respeto por las mujeres.

Si acertadamente es cierto que la veterano parte de las negociaciones entre gobiernos se llevan a promontorio entre secretarios, subsecretarios, asesores y personal técnico y no a nivel presidencial, el estilo personal de Trump hace mucho más difícil entrar a acuerdos entre gobiernos que deberían ser aliados.

Encima, su coetáneo discurso es mucho más radical respecto al de 2016 cuando ganó su primera opción. Poco que resulta peligroso para nuestro país. Trump será aún más agresivo en los temas migratorios y relacionados a la delincuencia organizada sin conceder poco con relación a los temas de armas −tan cercanos a los votantes republicanos− y efectivo.

TE PUEDE INTERESAR: La reforma de honestidad que sí se necesita México

Sheinbaum tiene un gran batalla por delante en la relación con nuestro primer socio comercial: por un flanco, sostener las presiones y solicitudes del gobierno de EU; por otro, tratar con aquellos ideólogos que forman parte de su gobierno y que rechazan abiertamente la postura internacional de Estados Unidos en muchas materias; continuar con el Plan C, que implica una serie de reformas que serán rechazadas por la delegación de Trump y hacerlo sin crear una pesado crisis económica en nuestro país.

Una crisis que se podría avecinar, ya que su gobierno carecerá de aquellos medios que en su momento López heredó de “los gobiernos neoliberales” y que le permitieron sostener el valencia de nuestra moneda al tiempo que pudo repartir miles de millones de pesos en los mal llamados “programas sociales”.

En breviario, pinta mal la relación México-EU en la próxima delegación, llegue quien llegue a la Casa Blanca.

Director del Observatorio Franquista Ciudadano

@frarivasCoL

Source link

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Translate »
Shares