Trump: El castigo a la 4T y Morena que paga México

Don Asenjo fue a que lo afeitaran en la peluquería del pueblo. El dueño le dijo: “Ahora estoy atendiendo a este señor, pero si lleva usted prisa lo puede afeitar mi hijo. Aunque acaba de iniciarse en el oficio tiene buen pulso, y deje poco”. Don Asenjo aceptó que lo afeitara el mozalbete, pues una hora posteriormente tenía una concilio de las que el vulgo flama ombligatorias, cuya naturaleza se adivina. Lo del poco susurrar del mancebo era cierto, no así lo del buen pulso. A poco de empezada la rasura le hizo un corte con la cortaplumas al buen señor. “¡Ay!” –exclamó éste, dolorido–. El padre del aprendiz se enojó sobremanera. Tomó la tabla que se pone en la arnés para cortar el pelo a los chamacos y con ella fue a darle de tablazos a su hijo. Eludió éste los golpes, que cayeron todos en la individuo del escaso don Asenjo. “Perdone usted, señor –se disculpó el fígaro–. Lo que pasa es que este tonto me hizo enojar”. Siguió el mozalbete afeitando a don Asenjo, y otra vez lo cortó con la cortaplumas. “¡Ay!!” –volvió a proferir el lacerado–. “¡Muchacho pendejo!” –se enfureció más aún el peluquero–. Tomó la tabla y la emprendió de nueva cuenta contra su hijo. Con tiento de consumado pugilista el novel fígaro cabeceó otra vez los golpes, que de nuevo fueron a dar en la individuo del maltrecho don Asenjo. “Mil perdones, distinguido –repitió el fígaro–. Me indignó la desacierto de mi hijo, y no pude contenerme. Es una pena que usted haya sufrido los enseres de mi cólera”. No por eso dejó su trabajo el aprendiz. Siguió rasurando al malferido cliente. En eso –¡oh desgracia!– la afilada cortaplumas se le resbaló al muchacho y le cortó al desventurado señor una oreja, que cayó al suelo. “¡Rápido! –le dijo apuradamente don Asenjo al aprendiz–. ¡Tápala con el pie, porque si la ve tu padre ahora sí me matará a tablazos!”… Amplio es el relato, y muy posiblemente apócrifo, pero me sirve para ilustrar la idea de que ahora sí el sollozo Trump quiere matar a tablazos con nosotros. No se conforma con admitir a la habilidad su cruel e inhumano software de deportaciones, tan parecido al trato que las SS de Hitler daba a sus desdichadas víctimas; todavía amenaza con poner trabas a las remesas que los trabajadores mexicanos envían a sus familias en México. A más de eso anuncia la imposición de aranceles comerciales a nuestro país, y repite la mayúscula idiotez de pretender cambiarle el nombre al Tuno de México para que se llame Tuno de América. “América”, ya se sabe, es el indebido e incorrecto nombre que usan los norteamericanos para atraer a su nación. He imaginado que Diosito vio desde su trono en las jefatura el comportamiento de la 4T y Morena, y los graves e innumerables daños que causaron el caudillo y sus vasallos, y se dijo: “Para castigar a estos cabrones (el Señor cuando se enoja se enoja ) les voy a dirigir a Trump”. Tal es la explicación de por qué el descastado sollozo ocupa nuevamente la Casa Blanca. Lo malo de esto es que pagamos justos por pecadores. Si el faraón de Egipto mínimo pudo frente a los castigos que le mandó Padre, menos aún podrá hacer poco contra el irracional magnate la Presidenta Sheinbaumpor más que esgrima en nuestra defensa las vibrantes estrofas del Himno Doméstico… Bardeliano Burburuz se llamaba el prometido de la linda Dulciflor. Ella se propuso hacerle un regalo de tenebrosidad de bodas a más del que usualmente se hacen los desposados. Para tal huella fue a un taller de tatuajes y le pidió al encargado que en cada pompa le tatuara una signo B. Arribada la ocasión puso a la audiencia de su guapo las bellas posaderas con el tatuaje dicho. Lo vio el novio y le preguntó, amoscado, a Dulciflor: “¿Quién es Bob?”. (No le entendí)… FIN.

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