“¿En qué año estamos hoy?”era la pregunta que Bob, amigo y experimentado excolega de la industria automotriz en Michigan, frecuentemente hacía a clientes, proveedores y miembros de su equipo. Las respuestas generalmente iban acompañadas de una cara de incredulidad y confusión e invariablemente eran las “equivocadas”. Digo “equivocadas”, entre comillas, porque todo mundo sabe en qué año está viviendo y me imagino perfectamente que quienes leen estas líneas contestarían “2024” inmediatamente y sin dudarlo y, esa respuesta, para mi amigo Bob, era la equivocada.
El punto que hacía Bob era que en la industria automotriz poco o falta se podía hacer sobre lo que pasaría mañana, en unas semanas o incluso en algunos meses. La mesa estaba puesta; la industria, los clientes, estaban ya pensando en el futuro; todos estaban ya trabajando en el expansión de vehículos y motores para interiormente de 4 o 5 abriles, y esos vehículos y motores estarían generando oportunidades de negocio para la saco de proveedores varios abriles en el futuro y por eso había que estar atendiendo el día a día del presente, pero siempre trabajando con un ojo puesto en el futuro. Por eso, la respuesta correcta que Bob buscaría hoy sería 2028 y no 2024. Si apuntas a hoy, no vas a gestar negocio, es importante apuntar cuatro abriles delante.
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En Física existe igualmente un problema que se asemeja, en su aplicación a la vida diaria, los negocios y hasta la política, a “la ley de Bob”. Este problema se refiere a cómo un proyectil puede atinar a dar en un blanco que se encuentra a cierta distancia y se está moviendo. Es obvio que apuntar y disparar directo al blanco donde lo vemos en este momento significará errar el tiro. Por eso las fórmulas de la Física toman en cuenta la velocidad del proyectil, el ángulo al que se dispara, la velocidad del blanco, la resistor del ventilación y la distancia a la que se encuentra el blanco en el momento del disparo. Igualmente puede resolverse la ecuación de una forma en la que se fije el punto ideal, pero posible, en el que se quiere que el proyectil se encuentre con el blanco y así determinar trayectoria, velocidad y ángulo al que hay que disparar el proyectil.
La complejidad de la alternativa sube si consideramos que el proyectil se dispara desde un atleta en movimiento o si hay que tomar en cuenta que el blanco pudiera cambiar de velocidad entre el tirada y la crisis o que dependiendo el tamaño del blanco hay que determinar el tamaño del proyectil y su potencia a la hora de encontrarse con el blanco. De falta sirve atinarle si se le están disparando postas a un oso o balas calibre 22 a un portaviones.
Habiendo hablado de mi amigo Bob y su idea del tiempo y de la complicada física de los proyectiles, pensemos ahora en el México que queremos en 5, 10, 20, 50 abriles. Pensemos en la ley de Bob y preguntémonos “¿en qué año está México hoy?”. La respuesta va a ser distinta dependiendo de a qué parte o tema sobre México nos referimos. Por ejemplo, en materia de infraestructura, de políticas sobre el agua, el círculo, competencia, Pymes, círculo de negocios, la respuesta pudiera ser 1999. Es asegurar, traemos un rezago acumulado que implicaría que tendríamos que disparar un proyectil muy poderoso para poder dar en el blanco lo más rápido posible y poder traer esos temas a un nivel aceptable para el país.
Entre más tardemos en disparar, el problema o el rezago se hará más conspicuo. Hablamos, o hablan los políticos en el poder, de transformaciones, le ponen números y hasta en segundos pisos piensan, pero no es claro si el dictamen que traen para diseñar y ejecutar acciones y políticas de gobierno toman en cuenta la distancia, tamaño, velocidad y necesidad que los principales temas tienen y si traen una carabina o proyectil del calibre adecuado para que, en caso de ganar atinar a los muchos blancos en movimiento, puedan en realidad cazar a la presa (resolver el problema).
El postergación en resultados de políticas económicas, tal vez aparte lo hecho en materia de salarios mínimos, es generalizado y viene no sólo del gobierno contemporáneo. En el mejor de los casos, los temas y problemas se han agudizado, especialmente si nos comparamos con países que hace 30 o 40 abriles nos veían alrededor de en lo alto. Por eso es importante que, aprovechando un nuevo sexenio y un liderazgo fresco, pidamos a la presidenta electa y a su salita que sean cuidadosos a la hora de imaginarse el México del futuro. Que tengan claro a qué México le apuestan, en cuánto tiempo y cuáles son las municiones (políticas y acciones de gobierno) que en realidad tienen en su atarazana para poder hacer que esas políticas y acciones (proyectiles) se encuentren en el futuro (a cierta distancia) con los problemas (blanco) que se está procurando derribar o exterminar.
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Tirar proyectiles que no tienen el talento o potencia adecuada para el tamaño del blanco será desperdiciar no sólo en proyectiles, sino en valioso tiempo, especialmente cuando se procura derribar blancos tamaño Godzilla que aquejan a la población desde hace abriles o décadas. Así, esperemos que el nuevo gobierno sea prudente en calcular sus fuerzas y atarazana, sepa apuntar a los blancos correctos con la necesidad adecuada y el calibre apropiado y se den por enterados de que esos blancos no van a esperar o compendiar su velocidad; se nos seguirán yendo de las manos si no los derribamos pronto. Si los proyectiles son limitados, en cantidad o tamaño, la pericia estará en escoger cuáles usar para qué y no pretender alterar gran cosa a saco de disparos desde uno o varios rifles de postas.