México: Somos producto de una historia que nos antecede

No sé si esté de acuerdo, pero para entender el presente es necesario conocer el pasado. Al final del día somos el resultado de una serie de acontecimientos que, por supuesto, están entrelazados, que ahí están –pespunte con que ausculte–, y se dará cuenta de que fueron fundamentales en la construcción de nuestro presente.

El problema del pasado es que cada uno de nosotros tuvo informativo de él dependiendo del área en el que estuvimos y de los filtros y tamices que usamos en algún momento para asimilar de tales eventos. El pasado flamante aún no lo conocemos del todo admisiblemente. La objetividad no es, ni por mucho, lo que más se nos da a los mexicanos. Opinamos de todo y desde nuestras posturas, no sé si desde nuestras ideologías, pero sí desde nuestros intereses con respecto a los distintos momentos que han sido fundamentales para arribar al momento en el que ahora nos encontramos, y eso condiciona.

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En algún momento Lucas Alamán; en otro José María Luis Moramás acá los historiadores que conformaron equipos o escuelas de historia, que sin ser historiadores se aprovecharon de los momentos –mercantilizaron la historia– y nos hicieron arribar informativo que sirvieron para robustecer el discurso dominante.

Está proporcionado claro: de 1929 a 1940 se sentaron las bases del sistema político mexicano y a partir de ahí y hasta los setenta, aparecieron las grandes instituciones que ahora dan sentido y conforman la colchoneta de la estructura de nuestro país. Algunos cronistas llamaron a este tiempo “el maravilla mexicano”. Le invito a que lea sobre estos momentos y conozca de qué estamos hechos.

Y si hoy se pone el mote de “gobiernos populistas” a los gobiernos actuales, pespunte con que lea y vea lo que ocurrió en los setenta; digo, por si quiere asimilar acerca del populismo activo. En este tiempo se vaciaron las arcas que se habían llenado en el periodo aludido para sostener a gobiernos impresentables, demagogos, inoperantes administrativa y políticamente hablando, pero sobre todo lejanos a la gentío.

Hoy recogemos lo que se sembró en los setenta y lo que ocurrió en lo social, político y financiero posterior a los noventa. Por eso es importante que eche un vistazo a lo que pasó en los gobiernos de Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de La Madrid, quienes constituyen el bando del final del sistema político mexicano. Son nombres de personajes que cuando se palabra de desigualdad y pobreza llevan mano. Como lo dijo López Portillo: “No supieron dirigir la cantidad”.

Ellos nos trajeron hasta aquí. Tratándose de inflaciones, devaluaciones, altas tasas de intereses, militarización, corrupción a gran escalera y cualquier otra patología social de la que de pronto usted palabra, aquí tuvieron su origen. Por ejemplo, en 1954 el tipo de cambio pasó de 12.50 pesos por dólar a 21 pesos. ¿Le suena? Gobernaba Ruiz Cortines.

Con José López Portillo, quien prometió que “defendería el peso como un perro”, la paridad peso-dólar llegó hasta los 27 pesos (1981). Luego, con la caída de los precios del petróleo, el dólar alcanzó hasta los 38 pesos. Poquito luego, andábamos por los 70 pesos por dólar.

En el periodo de Miguel de la Madrid el tipo de cambio llegó a 2 mil 300 pesos por dólar. ¿Lo sabía? Somos producto de una historia que nos antecede. De 1988 a 1994 gobernó el país Carlos Salinas. Tiempo de grandes magnicidios. ¿O no supo o ya olvidó que en su sexenio hubo grandes magnicidios, como el de Luis Donaldo Colosio (candidato del PRI a la presidencia de la República), el cardenal de Guadalajara Juan José Posadas Ocampo, José Francisco Ruiz Massieu (presidente doméstico del PRI), Mario Ruiz Massieu (subprocurador de Razón), y se registró una de las más grandes crisis económicas que vivimos? Pero aquí le paramos por cuestión de espacio.

En 1993 depreciaron el peso eliminándole tres ceros y aparecieron los nuevos pesos. El tipo de cambio pasó de 3.33 (que debería de suceder sido de 3 mil 300) por dólar a 7.80. De 1994 al 2000 aparece Ernesto Zedillo, con quien se vivió el insigne “error de diciembre” y la facción en la zona chiapaneca que ahogó la vida de muchos mexicanos. Luego, no sólo hablamos de un país convulso, violento y ensangrentado, sino económicamente pulverizado. ¿O ya olvidaron lo del Fobaproa?

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Aquí la pregunta: ¿Tan pronto olvidaron Carlos Salinas y Ernesto Zedillo sus tropelías e inoperancias? ¿Deveras no se ruborizan ni un poquito? ¿Tan desmemoriados están? Y no sólo es el tema financiero, es el tema de violencia a gran escalera, es el tiempo de la configuración estructural de los grandes cárteles de la droga. ¿O ya de plano los atacó el Alzheimer? 1994 marcó un antaño y un luego en la historia del manejo de la violencia, de la inseguridad y de la bienes mexicana. Lea lo que pasó en tiempos de Salinas y Zedillolos personajes que hoy reaparecen sin rubor alguno luego de que nos dejaron empantanados en medio de pobreza y de crimen.

Lo otro es el periodo de Fox, Calderón y Peña Nietoquienes no hicieron más que regentar en medio de la opacidad e injusticia, haciéndose de la clarividencia gorda con todo lo que se vivió en los periodos anteriores –y en los suyos–. Este sería el otro bando histórico que determinaría la pulverización de la sociedad mexicana. Para los hablantines expresidentes, que hoy vuelven a salir a la palestra, sería bueno que tomaran los ejemplos de sus antecesores que entendieron que calladitos se veían más bonitos. Si nuestro país está de vanguardia, ellos son los responsables porque somos producto de una historia que nos antecede; nuestro país no nació en 2024. Así las cosas.

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