Italia y Alemania se suman a la petición de los fabricantes de automóviles de repensar la prohibición de los motores de combustión interna

Roma y Berlín se unen a la industria automovilística europea al pedir a la UE que relaje los estándares de emisiones de CO2 para los automóviles, mientras el sillar pretende poner fin a la traspaso de nuevos modelos de gasolina y diésel para 2035.

Italia y Alemania están reuniendo el apoyo de otros miembros de la UE para un pedido de relajar los objetivos de la UE para aminorar las emisiones de CO2 de los automóviles y reconsiderar la prohibición de 2035 sobre la traspaso de modelos de gasolina y diésel, dijo el ministro de Industria italiano, Adolfo Urso, en Bruselas esta tarde.

Ahora era “seguro” que la prohibición -en efectividad un confín cero a las emisiones de los tubos de escape- no se lograría, y los dos países planean proponer en una cumbre del Consejo de la UE mañana (26 de septiembre) que una cláusula de revisión en la reglamento se delante de finales de 2026 a principios de 2025, dijo Urso.

Haciendo eco de las recientes advertencias de los fabricantes, Urso dijo que la industria automovilística europea se había “derrumbado” y predijo “decenas de miles” de despidos en el sector a menos que la UE cambie de rumbo.

Según el ministro italiano, la UE tiene dos opciones: primero, sustentar el objetivo y crear las condiciones para que la industria automovilística pueda alcanzarlo, una organización defendida por el ministro de Finanzas teutónico, Robert Habeck. “O, si no logramos hacer todo esto, simplemente tendremos que… posponer los objetivos”, afirmó.

Las declaraciones de Urso se produjeron tres meses luego de que la primera ministra Giorgia Meloni calificara la prohibición de 2035 de “esquizofrenia ideológica”, y tan pronto como días luego de un convocatoria de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), que reaccionó a una caída en las ventas de coches eléctricos la semana pasada haciendo divulgado un convocatoria para posponer la aplicación de límites de emisiones más estrictos.

El influyente rama con sede en Bruselas -entre cuyos miembros se encuentran BMW, Ford, Renault, Volkswagen y Volvo- advirtió el 19 de agosto que las matriculaciones de coches nuevos cayeron por debajo de las 644.000 en agosto, una caída de más del 18% en comparación con el mismo mes de 2023. Las ventas de coches eléctricos experimentaron la maduro caída proporcional, con una cuota de mercado que se redujo casi un tercio desde el 21% registrado el año pasado.

“Nos faltan condiciones cruciales para alcanzar el impulso necesario en la producción y acogida de vehículos de cero emisiones: infraestructura de carga y recarga de hidrógeno, así como un entorno de fabricación competitivo, energía verde asequible, incentivos fiscales y de transacción, y un suministro seguro de materias primas, hidrógeno y baterías”, afirmó la comité directiva de ACEA.

Actualmente, los fabricantes de automóviles deben avalar que las emisiones de todos los automóviles que venden en un año determinado no superen en promedio los 115,1 gramos por kilómetro, y el confín se reducirá a 93,6 g el próximo año, una emblema que será más difícil de alcanzar a medida que las ventas de vehículos eléctricos caigan en un mercado cada vez más dominado por modelos SUV más grandes.

Delante la “desalentadora perspectiva de multas multimillonarias” que se avecina el año próximo, la ACEA instó a la UE a aplicar “medidas urgentes de alivio”. Pero la Comisión Europea parece creer que la yerro de su situación recae, al menos en parte, en la propia industria.

“Todavía quedan 15 meses de ventas de automóviles por delante y la industria tiene tiempo… para cumplir sus objetivos”, dijo un portavoz de la Comisión a los periodistas ayer (24 de septiembre). “Incluso vale la pena memorar que el objetivo para 2025 se acordó en 2019 y… hemos diseñado estas políticas de guisa que la industria tenga tiempo para adaptarse”.

Los plazos adicionales de reducción de emisiones adoptados el año pasado significan que a partir de 2035 solo se podrán traicionar en la UE automóviles y furgonetas que no emitan CO2, lo que supone una prohibición de facto para los modelos de gasolina y diésel.

Sin retención, en un ajuste de posterior momento impuesto por Alemania, se insertó una cláusula que exige una revisión en 2026 sobre la posibilidad de permitir el registro continuo de automóviles destinados a funcionar con combustibles sintéticos “bajos en carbono”, lo que equivaldría a un respiro para el motor de combustión interna.

El lobby automovilístico igualmente quiere que esta revisión, y otra similar para los vehículos pesados ​​prevista un año luego, se delante a 2025. Los sectores industriales, desde los generadores hasta los fabricantes de baterías, que se beneficiarían de una electrificación acelerada del sistema energético europeo, están presionando intensamente para que la UE se ciña a sus objetivos actuales.

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