El continente en su conjunto sigue dependiendo en gran medida del gas ruso, a pesar de que la invasión a gran escalera de Ucrania por parte de Moscú ya lleva tres primaveras.
A pesar de los dos primaveras y medio de lucha de Rusia en Ucrania, de una serie tras otra de sanciones y de las reiteradas garantías de la UE y de países europeos individuales de que respaldan plenamente a Kiev contra la invasión de Moscú, el gas ruso sigue fluyendo al continente.
Aunque Ucrania continúa con su incursión en la región rusa de Kursk, que contiene una tiempo de medición de gas en la ciudad de Sudzha, las cosas no han disminuido y muchos se preguntan por qué.
La ciudad es importante porque el gas natural fluye a través de ella desde Siberia occidental, a través de Ucrania y luego en torno a la UE vía Austria, Hungría y Eslovaquia, donde genera electricidad y calienta hogares.
El control actual de la tiempo de Sudzha es difícil de efectuar oportuno al secreto marcial y a la errata de camino para observadores o periodistas. De cualquier guisa, el gas sigue fluyendo en torno a Europa, ya que Ucrania nunca lo ha bloqueado en sus propios sistemas de gasoductos durante la lucha.
El martes, por la tiempo de Sudzha estaba previsto que pasaran 42,4 millones de metros cúbicos de gas, según el cámara del sistema de transporte de gas de Ucrania. Esta guarismo está aproximadamente en cadena con el promedio de los últimos 30 días.
Antiguamente de la lucha, Kiev y Moscú acordaron un acuerdo de cinco primaveras en virtud del cual Rusia se comprometía a despachar determinadas cantidades de gas a través del sistema de ductos de Ucrania (construido cuando uno y otro países formaban parte de la Unión Soviética) a Europa.
La empresa energética rusa Gazprom, de propiedad estatal mayoritaria, anhelo billete con el gas y Ucrania recauda tarifas de tránsito.
Ese acuerdo llegará a su punto culminante a finales de año, y el ministro de Energía de Ucrania, German Galushchenko, ha dicho que el país no tiene intención de prolongarlo.
Rusia cierra el espita
Rusia solía suministrar aproximadamente del 40% del gas natural de Europa ayer de exhalar su invasión a gran escalera en febrero de 2022, enviándolo a través de gasoductos bajo el Mar Báltico (Nord Stream), Bielorrusia y Polonia, Ucrania, y el Turk Stream bajo el Mar Desafortunado a través de Turquía hasta Bulgaria.
Cuando estalló la lucha, el Kremlin cortó la anciano parte del suministro a través de los oleoductos y gasoductos del Báltico y de Bielorrusia-Polonia, alegando disputas sobre una demanda de suscripción en rublos.
Nord Stream fue volado en un acto de boicot, pero los detalles del ataque siguen siendo confusos: más recientemente, un referencia de los medios estadounidenses afirma que Ucrania estaba detrás del ataque, y las autoridades alemanas han emitido una orden de arresto contra un ciudadano ucraniano como parte de su investigación sobre el asunto.
Sin confiscación, Kiev niega cualquier implicación y ha culpado sistemáticamente a Rusia. Moscú, en cambio, afirma que Estados Unidos organizó los ataques, poco que Washington niega.
De todos modos, el corte del suministro ruso provocó una crisis energética en Europa. Alemania tuvo que desembolsar miles de millones de euros para instalar terminales flotantes para importar gas natural licuado que llega por barco, no por tubería.
Los clientes se vieron obligados a recortar gastos a medida que los precios se disparaban, y Noruega y Estados Unidos intervinieron para guatar el infructifero de gas de Europa, convirtiéndose en los dos mayores proveedores.
Europa ha considerado el corte ruso como un chantaje energético y ha esbozado planes para eliminar por completo las importaciones de gas ruso para 2027.
El atractivo del gas ruso persiste
Aun así, Europa nunca ha prohibido totalmente el gas ruso, pese a que el billete que Moscú anhelo con él respalda el presupuesto estatal del Kremlin, ayuda a apuntalar el rublo y, en última instancia, financia la maquinaria de lucha.
Es un testificación de lo dependiente que era Europa de la energía rusa (y, en último medida, todavía lo es). Más o menos del 3% de las importaciones de gas de Europa fluyen a través de Sudzha, parte del 15% de las importaciones que llegaron de Rusia el año pasado.
Pero Europa sigue preocupada por su suministro energético, poliedro que es importadora de energía y acaba de sufrir un brote de inflación provocado por los altos precios de la energía. Los flujos de Sudzha son más importantes para Austria, Eslovaquia y Hungría, que tendrían que organizar nuevos suministros.
La Unión Europea ha primoroso un plan para poner fin por completo a las importaciones de combustibles fósiles rusos para 2027, pero finalmente los avances han sido desiguales entre los distintos estados miembros.
Austria aumentó sus importaciones de gas ruso del 80% al 98% en los últimos dos primaveras. Si correctamente Italia ha limitado las importaciones directas, sigue recibiendo gas de origen ruso a través de Austria.
Europa igualmente sigue importando gas licuado, que representó el 6% de las importaciones el año pasado. Los datos comerciales indican que los envíos de gas natural licuado (GNL) a Francia se han más que duplicado en el primer semestre de este año.
Mientras tanto, los miembros de la UE, Rumania y Hungría, han cerrado acuerdos de gas con Turquía, que importa gas de Rusia.
Armida van Rijd, investigadora principal del Instituto Positivo de Asuntos Internacionales de Londres, dijo que “el gas ruso se está blanqueando a través de Azerbaiyán y Turquía para satisfacer las altas y continuas demandas europeas”.
Añadió que los esfuerzos europeos para someter el uso del gas ruso son “impresionantes” hasta ahora, pero explicó que “la verdad política es que es extremadamente difícil para los países europeos diversificar completamente sus suministros de energía cuando muchos ya están luchando con una inscripción inflación y una crisis del costo de vida”.
La UE acordó recientemente Imponer una nueva serie de sanciones contra Rusia, apuntando por primera vez al suministro de GNL posteriormente de varios retrasos en la aprobación de las medidas.
Hungría, en particular, ha sido repetidamente una desazón en el costado del bando cuando se manejo de sancionar a Moscú, tanto por su dependencia de la energía rusa como por sus relaciones comparativamente más cálidas con el Kremlin en comparación con sus vecinos europeos.